martes, 10 de abril de 2012

LA ORACIÓN DE UN NIÑO

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Señor, no quiero pedirte nada especial ni imposible, como solemos pedir los niños algunas veces.


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Tú eres bueno y proteges a todos los niños del mundo, hoy quiero pedirte un gran favor.



Quiero que me conviertas en un televisor, para que mis padres me cuiden como cuidan al televisor, para que me miren con el mismo interés con que mi madre mira su telenovela preferida, o mi padre su programa deportivo favorito.



Quiero ser como algunos animadores que cuando hablan, toda mi familia se calla para escucharlos con atención y sin interrumpirlos.



Quiero ver a mi madre suspirar frente a mí como lo hace cuando mira un desfile de modas, o poder hacer reír a mi padre como lo hacen ciertos programas humorísticos, o simplemente que me crean cuando les cuento mis fantasías sin necesidad de decir ¡es cierto! yo lo escuché en la televisión.



Quiero representar al televisor para ser el rey de la casa, el centro de atención que ocupa el mejor lugar para que todas las miradas se dirijan a mí. Quiero sentir sobre mí la preocupación que experimentan mis padres cuando el televisor comienza a fallar y rápidamente llaman al técnico.



Quiero ser televisor para ser el mejor amigo de mis padres, el héroe favorito, el que más influya en sus vidas, el que recuerde que soy su hijo y el que ojalá les mostrara más paz que violencia.



¡¡Señor, por favor déjame ser televisor aunque sea por un día!!



Así, como la oración de este niño, es la realidad con la que se ven muchos niños en los hogares del mundo. Muchos padres no les dan la atención necesaria, haciendo que sus hijos se sientan solos y necesitados de compañerismo y amor. Muchos niños del mundo se sienten solos porque sus padres se mantienen tan ocupados, que no dedican el tiempo que sus hijos necesitan para crecer emocionalmente sanos, y seguros de si mismos.

No permitas que tus propios hijos añoren tu compañía, ámalos y cuídalos, nadie lo hará por ti, tú eres el único que puede hacer de tu hijo el ser más feliz del mundo.

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