lunes, 23 de septiembre de 2013

EL PERDÓN ROMPE LAS CADENAS DE LA AMARGURA

Muchas personas están encadenas en una prisión. Algunas están encadenadas por culpabilidad y otras por amargura. 
Aquellas encadenadas por culpabilidad están ahí porque han hecho algo malo y todavía no han recibido perdón. Aquellas encadenadas por la amargura están en esa condición, no porque hayan hecho algo malo, sino porque alguien les hizo algo malo y ellas no han perdonado a esa persona.

Yo creo que la amargura ha causado asesinatos y ha encendido guerras. Ha dividido a las iglesias y ha causado divorcios. Necesitamos aprender cómo enfrentar la amargura. Y creo que la llave para abrir la cadena es el perdón. Y no solo necesitamos aprender cómo pedir perdón a Dios, sino también cómo perdonarnos unos a otros.

Es tan consolador y extraordinario el saber que somos perdonados cuando confesamos nuestros pecados a Dios. Pero esto no significa que estemos exentos de todas las consecuencias. Esa es la razón por que es tan bueno el confesar nuestros pecados. Pero es aún mucho mejor el decir: ?¡No!? al pecado.
El pecado infunde temor, pero la confesión nos proporciona libertad.

Uno de los regalos más grandes de Dios para nosotros es el perdón. Gracias a Dios por Su gracia que nos perdona. Y si Dios me ha perdonado a mí, entonces yo tengo que perdonarle a usted. Debemos perdonarnos mutuamente. Efesios 4:32 dice: ?Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

Yo creo que la amargura ha causado asesinatos y ha encendido guerras. Ha dividido a las iglesias y ha causado divorcios. Necesitamos aprender cómo enfrentar la amargura. Y creo que la llave para abrir la cadena es el perdón. Y no solo necesitamos aprender cómo pedir perdón a Dios, sino también cómo perdonarnos unos a otros. 
Es tan consolador y extraordinario el saber que somos perdonados cuando confesamos nuestros pecados a Dios. Pero esto no significa que estemos exentos de todas las consecuencias. Esa es la razón por que es tan bueno el confesar nuestros pecados. Pero es aún mucho mejor el decir: ?¡No!? al pecado.El pecado infunde temor, pero la confesión nos proporciona libertad. 
Uno de los regalos más grandes de Dios para nosotros es el perdón. Gracias a Dios por Su gracia que nos perdona. Y si Dios me ha perdonado a mí, entonces yo tengo que perdonarle a usted. Debemos perdonarnos mutuamente. Efesios 4:32 dice: ?Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

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